miércoles, 23 de marzo de 2011

Te invito a que trabajes gratis y otras técnicas del marketing 2.0




Por DELIA RODRÍGUEZ (SOITU.ES)
Actualizado 15-10-2009 11:53 CET















Nadie tiene muy claro para qué sirve Google Wave. Pero lo que sí ha llegado hasta la última red social son los lloros y súplicas de los que anhelan una invitación para probarlo... y los golpes de pecho de los que ya lo tienen y pueden favorecer a sus contactos regalándoles una de las ocho invitaciones que acompañan a su vez a cada invitación. Sin gastar un duro en publicidad, Google ha conseguido poner en boca de todos un producto complejo, difícil de usar y que todavía está en fase beta. Hace unos días, Twitter anunciaba su traducción a varios idiomas, entre ellos el español. Y que concedía el honor de convertirse en traductores a un grupo escogido de usuarios cuya única contraprestación consiste en reconocer esa distinción con un símbolo en su página. Algo que ha sido mucho más comentado que el nacimiento de una versión en castellano. El año pasado Facebook hizo lo mismo: pidió a la comunidad que tradujera ella.

¿Tienen las empresas 2.0 un morro que se lo pisan, se trata de inteligentes maniobras publicitarias o las dos cosas? Google, Facebook y Twitter (que son de todo menos unas pobres start-ups que necesitan ayuda) no son las únicas que han utilizado sistemas de invitación selectivos. Tuenti, que ha conseguido todos y cada uno de sus cinco millones de usuarios por estricta invitación sigue manteniendo su política y aún hoy sólo se puede entrar si alguien te invita. En los rentabilísimos clubs de venta privada también es necesario que alguien te "recomiende", aunque las invitaciones en la práctica están a un golpe de buscador. Alejandro Suárez, consejero delegado de Publispain y Ocio Networks, diferencia entre el buen y el mal uso de este tipo de herramientas de marketing 2.0. Una cosa es un uso inteligente y otra pasar "de la viralidad a aprovecharse del usuario". Descubrir dónde se encuentra ese límite es algo que no todas las empresas pueden permitirse descubrir, sólo aquellas que han pasado años invirtiendo en su buena imagen de marca y creando productos a favor del usuario, opina. A cambio de una inversión cero, el trabajo (de traducción, publicidad, "betatesting" o comercial) lo asume el usuario. Pero si una compañía con mala imagen lo intenta —el emprendedor pone como ejemplo Telefónica, o Microsoft— no conseguirá nada.