viernes, 7 de octubre de 2011

Steve Jobs y el arte de “inyectar belleza a las máquinas”



A la edad de 56 años, Steve Jobs, fundador de Apple, ha perdido la batalla contra el cáncer. Considerado uno de los mayores innovadores de su tiempo, se ha convertido también en el icono de toda una generación. La prensa española se vuelca con “el mayor inventor desde Edison”, según Obama, y llenan las páginas de los periódicos con columnas en su honor:
“El riesgo puede triunfar”, por Javier Mariscal: ¿Por qué todos los diseñadores gráficos del mundo solo trabajan con ordenadores Mac? ¿Por qué tenéis ese cuelgue? Muchas veces me lo han preguntado y normalmente la gente piensa que es por el diseño de las pantallas y los aluminios y el blanco y todo eso que se llama estilo Mac. Todo esto no sería suficiente, aunque es importante la estética, sería demasiado banal. Si todos los gráficos trabajamos con Mac y seguimos siendo fieles a esta dictadura es porque desde el principio Apple nace con una filosofía, una manera de hacer que encaja perfectamente con las necesidades y la manera de trabajar del mundo gráfico.
“Un hombre de genio”, por Miquel Barceló: En informática se suele hablar mucho de esos jóvenes, verdaderos “magos de los ordenadores” (computer wizards), que se han enriquecido con nuevos avances tecnológicos. Recientemente, la película La red social (2010, David Fincher) ha acercado este fenómeno al gran público gracias al oscarizado y dinámico guión de Aaron Sorkin. Pero ese guión adaptaba un libro de título claramente significativo: Multimillonarios por accidente de Ben Mezrich.
“Encontrad lo que amáis”, discurso de Steve Jobs: El discuso de graduación que Steve Jobsimpartió el 12 de junio de 2005 en la Universidad de Stanford está considerado como ejemplo de oratoria, por su estilo pero sobre todo por la carga emocional de su contenido, lleno de humildad, nada que ver con la pomposa presentación a la que recurría en el lanzamiento de cada uno de sus productos tecnológicos. En él habló de la muerte, tras haber sido diagnosticado un año antes con una rara forma de cáncer de páncreas.
“Inyectar belleza a las máquinas”, por Tomàs Delclós: Si hay algo terriblemente aburrido en tecnología es el “yo también” (me too). Son aquellos que proponen algo, pero más tarde que otro y, encima, no muy distinto. Jobs no ha sido precisamente de éstos. Todo lo contrario. Detrás suyo han habido destacadísimos copiones. Y una de las ideas que ha impuesto es la búsqueda por parte de las compañías de un ecosistema en torno a su oferta. Quizás Jobs no dijo nunca la palabra, tan de moda hoy en día, pero es obvio que ha creado un verdadero sistema planetario, el de Apple, con sus ventajas y, también, su lado inhóspito. Las máquinas de Apple conversan entre ellas con una agilidad admirable. Son intuitivas en su manejo, un empeño del propio Jobs, poco amigo de los botones, en la vestimenta y en los cacharros. Eso sí, Apple impone sus propias condiciones para entrar en su jardín, del que es vigilante propietario, y aunque siempre las argumenta con razones técnicas -por ejemplo, la seguridad- a veces parece como si dictara la expulsión de su paraíso.
“Steve Jobs, el ilusionista visionario”, por Sergio Rodríguez: Fundó Apple, lanzó el primer sistema operativo con interfaz gráfica, reinventó la animación a través de Pixar, cambio la industria de la música con el iPod, hizo que funcionasen los teléfonos táctiles con el iPhone y antes de fallecer hizo realidad el sueño de crear un ordenador con forma de tableta, el iPadSteven Paul ‘Steve’ Jobs hafallecido en California a los 56 años con un legado tan amplio en su faceta profesional como escaso en su vida pública y personal.
“iJobs”, por Juan Varela: Crear los nombres, poner nombre a las cosas para que pervivan. Versos de Juan Ramón Jiménez con los que Steve Jobs estaría de acuerdo. Del mago de Apple nos quedan nombres de aparatos inseparables ya de la vida cotidiana. Jobs ha cambiado la vida de mucha gente. Tanto en tan pocos años que su legado resistirá la aceleración del deslizar de un dedo en un iPhone para acelerar el flujo de una red social.