martes, 25 de octubre de 2011

¿Podemos evitar la Edad Oscura Digital?

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¿Cuándo es la última vez que intentaste leer un disquete?, ¿tienes información importante guardada en un disco ZIP? Date prisa en volcar lo que tengas allí metido a un nuevo formato, a ser posible en papel, u olvídate para siempre de ello. Empieza a ser imposible encontrar un ordenador en funcionamiento con disquetera y dentro de no mucho ocurrirá lo mismo con los CD y los DVD.
Los norteamericanos se dieron cuenta en 2008 de que habían “olvidado” cómo fabricar un ingrediente secreto de las cabezas nucleares. La información estaba grabada en formatos obsoletos y los trabajadores que sabían manejarlos ya se habían jubilado. Costó 69 millones de dólares recuperar aquella información. Otro tanto pasa con los datos recabados durante el amartizaje de la Viking en 1976, perdida para siempre porque ya no existe el hardware para leerla.
El concepto Edad Oscura Digital (“digital dark ages”) lo acuñó el diseñador de superordenadores Danny Hillis en 1998 y se refiere a la pérdida de información derivada de la digitalización de la misma desde la aparición de los ordenadores. Paradójicamente, los enormes avances que constantemente se producen en tecnologías de la información juegan contra la conservación de ésta: los formatos van sucediéndose a gran velocidad, por lo que los datos quedan almacenados en medios ilegibles: cintas magnéticas, disquetes, laser-disc, puertos USB…Si la piedra de Rosetta o el código Hammurabi hubieran sido guardados en un floppy de 5 1/4 en lugar de estar cincelados en piedra jamás hubiéramos conocido su contenido.
Contrariamente a lo que piensa el común de los mortales, la información digital se conserva mucho peor que la analógica. Piensa por un momento en los álbumes de fotos en casa de tus padres. No dudes por un minuto que, salvo catástrofe nuclear, esas fotos de tu infancia sobrevivirán a las que tienes hoy colgadas en Flickr o en Facebook. Hoy nos parece una quimera pero esos servicios echarán el cierre, igual que acaba de hacer Geocities, y tal vez tus recuerdos se diluyan como lágrimas en la lluvia.
El tema de Internet es especialmente candente. Aunque cada vez hay más proyectos, como laLong Now Foundation o el famoso Archive.org, que tratan de hacer una foto fija de todo lo que sucede en Internet (Archive dispone de una “máquina del tiempo” que muestra cómo eran las páginas de Internet in illo tempore, existentes y desaparecidas) lo cierto es que la tarea es ciclópea…Y nadie puede garantizar que Archive tampoco vaya a cerrar por falta de financiación en un momento dado.
En cuanto a los discos duros el futuro también está lleno de claroscuros. Según un artículo de New Scientist, titulado apocalípticamente “El fin del conocimiento”
La densidad de almacenamiento de los discos duros actuales es del orden de 30 Gb por centímetro cuadrado y crece rápidamente. Aunque los discos actuales tienen sofisticados sistemas para compensar el fallo de sectores pequeños, en general cuantos más bits de datos almacenas en un material, mayor es la parte que resulta dañada o degradada (…) La información más importante se almacena en formatos como la cinta magnética o los discos ópticos. Por desgracia, muchos de estos formatos no son fiables ni siquiera a cinco años vista.
Supuestamente este año se va a alcanzar el primer zettabyte de datos generados (un 1 seguido de 21 ceros), lo que viene a ser 18 millones de veces más la información contenida en todos los libros jamás escritos. Puede que mucha de esa avalancha de datos desaparezca efímeramente y, en efecto, nuestra flamante era de la información acaba siendo para los historiadores del futuro un hiato entre la Era Gutemberg y ¿la nueva Edad de Piedra?